Mis andares noctámbulos se acompañan
de sanos globos mansos,
de una gravedad k se aleja
de ínfimos flipados carcomidos
y se cobija, sin lamentos,
en aquella santa compaña,
k sin prejuicios, se animan y dialogan.
Mi aire está en el bajo poso de esa buena sangre.
Mi respeto es el límite del gesto sin maldad,
del oxígeno de la quinta vieja k reparte para todos.
No cabrá en el baño la adulterada arrogancia entrecortada,
ni jocosos caramelos de postín.
Los comebolsas aguardarán fuera,
picoteando sus pipas saladas.
Más tarde irán a la fuente.
Esta es una noche tranquila,
de sentimiento exaltado y enlaces de amistad.
La fiesta sólo ha comenzado.
El Papa está en su trono.
Buen rollo para todos.