Porque el secreto para cultivar la existencia más fecunda y más gozosa consiste en vivir peligrosamente.
(F. Nietzsche. La gaya ciencia, 1882)
Más allá del peñasco de los días
custodiando los senderos arcanos
se erige inalcanzable a cuantas manos
placieren merecer sus cercanías.
Esta inhiesta rosa lavanda, hela
aquí: fulgurante y fugaz; esquiva
aun para la mirada inquisitiva
de aquel amante que más alto vuela.
Si allá en lo más profuso los inquietas,
urgen la rúbrica de los exégetas
pese a que en el piélago te reflejes.
A tamaño ultraje de estos herejes,
oh, rosa, a tales tejemanejes…
¡jamás nos avendremos las poetas!