Me reflejo en su espejo salivando en abstinencia,
deseando catar todas sus piezas,
romper de un cabezazo el cristal,
y arrasar como un endemoniado dinosaurio.
Camellos femeninos…
y jóvenes, mayores y medianos
aguardando un talego de sus piezas.
¿Por cuál va?
¡Oxtia!, se me ha pasado.
De nuevo la espiral roja hueca.
«A la charcutería»