En Granada, sigue el rayo que no cesa; se nos llevó al gran vate José Ignacio Morenodávila Angulo(1977-1999).
Se abate el alma de frío,
me llora el ojo, cómplice de un desalojo,
se ha muerto el amigo mío.
Y con él el entusiasmo.
Pésame mucho. Cuando es su adiós lo que escucho,
me incito, ileso, al espasmo.
Intento llorar por dentro:
si hemos de barro, ¿cómo y por qué me desgarro,
agrio dolor que concentro?
Ya he perdido el apetito.
En mala lid, me entierro vivo en Madrid,
ya poco a poco marchito.
Trance postrero rechazo.
Con qué derecho, me pregunto, se me han hecho
con él sin contar mi abrazo.
Ya lo sé; si me hago cargo
de que hará falta, y más si su dicha es alta.
¡Devolvédmelo, os lo encargo!
Berreo igual que un becerro;
inconsolable, ya me hable quien me hable,
es que voy a cara perro.
Me punza asaz hace rato.
Por este azar, sí vais a verme bufar
y a recaudar mi arrebato.
En su ausencia, lo presencio.
Esta, su marcha, ya para siempre me escarcha
si me sumo en el silencio.
Que me pase de este modo…
la única vez; no quiero lucir soez,
no obstante, ¡me cago en todo!
La noticia se hace dura
a los huraños, ¿cómo un día de cumpleaños
se me avisa desventura?
Entre el regreso y la errancia
te debatiste en esta despedida triste
que es nuestra existencia rancia.
Tan joven y efervescente;
ya me las pagas, de poemas te deshagas
por ser siempre adolescente.
Devolvédmelo, os lo ruego.
De ningún modo; no puedes irte, mi beodo.
Cómo perderte, me niego.
Y me vengo a mis asuntos…
Mas, cómo es esto, saber un día tan funesto
el no volver a estar juntos.
Qué ironía surreal
lo que acontece en la mente, pues se mecen
en esa argucia irreal
tanto horror y tanto duelo,
tanto que, aparte, ¿no fuera luego a soñarte
en un mundo paralelo?
Floreciste muy temprano,
tal como almendros; no por eso tus engendros
captarán la gloria en vano.
Con la lógica locura
te prodigaste en tus obras; como engaste
del corazón, tu arte pura.
Cuán íntima devoción,
amado mío, que a ti rindo el albedrío,
y mi alma y mi admiración.
Como dijo el gran Ionesco:
El arte, inútil. De prescindir de lo fútil,
no se libra el quijotesco.
Pues la libre fantasía
hacia el engaño no es huida; desengaño
es, creación y osadía.
El irnos de rama en rama
es de esas cosas que me pasaron hermosas
sin hacer de todo un drama.
De astracán a melodrama
ya solo media, la nueva tragicomedia
de tu fabulosa trama.
En este mundo palurdo,
ven, dime, ¿quién nos honrará tan bien, y en
su teatro del absurdo?
Con tanto escritor zopenco,
jamás te olvidaremos ya en esta vida.
Siempre seremos tu elenco.
Qué mal repartida obra
cuando, como él, haciendo el mejor papel,
tras la peripecia, sobra.
¿Por qué se van antes, de vero?
¿Quién? Los mejores. Cuando se trata de flores,
¿a cuáles cortan primero?
Ramón, Mihura, Poncela…
allá va, genios, del gris cielo en sus proscenios
un nuevo lucero riela.
Pese al daño que me causo
al recordarte, tras bajarse el telón, darte
deseo mi último aplauso.
Son las huellas sobre el agua
marcas ocultas do resurges; de resultas,
nos ablandas en tu fragua.
Como el agua te requiero…
y ahora, qué calmas, entre las aladas almas
de las rosas, compañero.