Mantel

M

A cada día alguien le toca,
y en volandas, con respeto,
adornan lo posible.
El cariño de la mañana
ahumea como una serpiente
que inocula sin veneno,
y la impaciencia apenas se controla.
La reunión se salda con favores,
con escapes de
corriente,
con charloteos de la calle,
con deseos y refranes,
con secantes momentos de silencio,
con justas intervenciones de paseo,
con intenciones inmaduras,
y con la ilusión y el placer
de los vicios sin que nadie los achaque.


«A la comida»